El mar

El mar

Un rayo de luz entraba por la ventana del tren. Lucía tenía la mirada fija en aquel cielo claro, aquel cielo que no estaba acostumbrada a ver en invierno. A través de los cascos escuchaba música. Era la primera vez que iba a ver la playa y lo iba a hacer con todos sus amigos de clase.

– Lucía, ¿has traído bañador? – dijo Rosa.

– Sí, he traído dos, una toalla y crema solar- respondió Lucía con cierta molestia.

Rosa era su mejor amiga, pero a veces era un poco pesada: se comportaba como una madre, le decía a todo el mundo lo que tenía que hacer y le encantaba hablar. Siempre llamaba a Lucía por teléfono al menos dos veces al día. 

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En cambio, Lucía iba más a su bola, le gustaba pasar momentos a solas, era de pocas palabras y era bastante despistada. De hecho, se había olvidado el bañador encima de la cama. Tendría que comprar uno cuando llegaran a la ciudad, pero Rosa no tenía por qué saberlo.

El mar

– Vamos a ver el mar por primera vez, aun no puedo creérmelo- dijo Rosa mientras comprobaba que en su mochila estaba todo lo que tenía apuntado en una lista.

– Yo tampoco puedo creérmelo. Va a ser un viaje inolvidable.

– Ya lo creo, lo tengo todo programado. El lunes por la mañana vamos a desayunar, después bajaremos a la playa durante dos horas. A las 12, iremos a ver un museo y después de…

Mientras Rosa seguía con su retahíla, Lucía se colocó los cascos y volvió a mirar al cielo claro, imaginando cómo sería ver el mar por primera vez.

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